OTO

Cuando aquel fatídico 23-F el inspector Figueroa lo citó a declarar, Oto no podía imaginar el vuelco que daría su vida, ni las razones que lo llevaron a sentarse unos meses más tarde ante el tribunal de justicia. Era cierto que, desde antes de la muerte de Franco hasta el golpe de estado de Tejero, Oto había venido alternando los apuntes y la multicopista con su amor por Lucía, con el bajo eléctrico y con algunas ausencias. Cruzar coches en la calle y lanzar octavillas en el metro no era algo extraño para él, pero nunca fue un antifranquista tan comprometido como para alcanzar el...